domingo, 8 de mayo de 2011

De inviernos y de vos

Estuve perdiendo peso. Bastante. De hecho es por eso que los pantalones ahora se me caen (mucho más que antes), que la remera me queda enorme, y el frío me entra por todas partes. Aún así, no dudo un segundo antes de quitarme hasta el ultimo harapo que me protege del invierno, para abrigarte un poco más a vos.
Aunque me asegure la semana de gripe y de remedios caros, de pastillas intragables y de pañuelos en todas partes, de esa tos canina q me hace sentar en la cama buscando un poco de aire, nada me sacará ese calorcito que me viene al corazón cada vez que te da por sonreírme.

Porqué defender la Ley de Medios

"Es indispensable avanzar sobre la idea de que un país que no posee sus medios de comunicación en cierta manera pierde su soberanía."

Ignacio Ramonet

sábado, 4 de diciembre de 2010

Palabras II

Nosotros arrastramos los pies en ríos de sangre seca, almas que se pegaron a la tierra por amor, no queremos otros mundos que el de la libertad y esta palabra no la palabreamos porque sabemos hace mucha muerte que se habla enamorado y no del amor, se habla claro, no de la claridad, se habla libre, no de la libertad.

Juan Gelman

viernes, 3 de diciembre de 2010

Búsqueda

Saco a pasear mi corazón abollado por estas calles que ninguna estrella quiere iluminar. Divago entre los escombros de lo que quiso ser una ciudad asombrosa, cuando caigo en la cuenta de que mi conciencia me espera sentada en un banco de plaza, señalándome que quizá la felicidad no esté en la meta. Quizá siempre estuvo en el camino.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Sufrir, amar, partir y andar sin pensamiento...

Suelo hacerme la idea de que en los momentos en que el ánimo decae la mejor solución es una inyección artística, y la mejor medicina es la música. Me resguardo en canciones que en otro momento quizás no significaron nada pero ahora tienen un valor inmenso. Cuando la letra, esa poesía mística, ideada hace unos cuantos años, quizá unos cuantos más que yo (o quizá no), deja de ser un mont ón de letritas amontonadas y pasan a ser un mensaje, que como un cuchillo bien afilado se me clava, certero, en el medio del alma.
En otros momentos me pasó con otras canciones, generalmente con algunos exponentes del rock local, de acuerdo a la edad que todavía tengo, con la que se corresponde medianamente. Es inevitable, y muy a menudo, estar escuchando una canción desconocida y sentirse identificado en algún fragmento de la letra, o esperar la estrofa indicada de canciones que ya conocemos.
De todas formas, mi problema ahora es con el tango. Me resulta difícil escuchar tantos tangos sin evocar su recuerdo. Si Cadícamo escribió en 1943 que aunque quiera arrancarla, desecharla y olvidarla, la voy a recordar más, aunque siete años antes ya me había dicho que la angustia de sentirme abandonado la iba a sentir cuando pensara que otro a su lado le hablaría de amor. Contursi también me había dicho en 1940 que la soledad me iba a acobardar y, también, el miedo enorme de morir lejos de ti. No obstante, me sugirió que eran mil fantasmas los que volverían a burlarse de mí, a pesar de que la angustia de saber muertas la ilusión y la fe no me hubiera abandonado.
Aún así, Cadícamo me confió en 1942 que hoy ibas a entrar en mi pasado. Pero si te borro, si te olvido, si te hago pasar a otro lugar que no sea el que ocupás hoy, voy a dejar de escuchar tangos. Además, Discepolo me dijo, en 1929, que cuando piense en no verte voy a temblar. Mejor quedate donde estás.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Desayuno en Las Palmas o cómo arrancar un feriado

Me senté a desayunar en un bar desierto. Hoy es el primer feriado que conmemora la batalla de Vuelta de Obligado bajo el rótulo de Día de la Soberanía Nacional. Mi alma adolescente pudo más que mi voluntad patriótica y me fui a disfrutar de la noche. Luego de algunos bailes y más cervezas, caí en este lugar que súbitamente me invitaba a la reflexión personal. Pedí mi siempre obligatorio café con leche y empecé a mirar por las ventanas que daban a la calle.
De pronto, desde la otra mesa (éramos sólo dos entre tantas mesas que nos superaban exponencialmente), un hombre preguntaba por el resultado de Boca y River. Levanté la mirada hacia la nada, porque el mozo me anticipó con la respuesta. Llevaba tanto tiempo esperando que Boca merezca ganar un partido y a este tipo que acababa de conocer ni le importaba.
Irremediablemente volví a lo mío. La lectura de un pasquín demasiado oficialista en el que Víctor Hugo Morales culpa a la privatización del fútbol de todos los males que le sobrevengan. Donde las presuntas medias verdades sobreabundan, pero no se caen en mentiras absurdas que producen rechazo a una lectura impracticable. Donde un cronista deportivo elogia el cambio de actitud que se vio en el último partido de Boca, rescatando méritos para el entrenador interino, criticando solapadamente la tarea del actual ex entrenador, el más inmediato de todos ellos, que no supo convencer de sus dotes futbolísticas, atléticas y humanas a sus dirigidos, que ayer mostraron una actitud distinta a la de los últimos cuatro meses.
El ruido que provino de la calle me distrajo. Un griterío estridente me hizo desviar la atención del periódico. Dos chicos arrastraban a una chica por la vereda del bar, con sus hombros debajo de sus axilas, a pesar de que ella hubiera rendido sus voluntades al alcohol. Más allá, dos hombres con cara de dormidos esperaban, bastante más tiesos de lo normal, y con cara de no haberse despertado hace mucho, un colectivo que no tenía horario preciso y que los llevaría a un destino no mucho más feliz, pero un poco más necesario. El mozo cambiaba de canal el televisor del bar, y yo descubría lo poco que hay para ver en televisión un lunes a las 6 de la mañana. Más allá el dueño del bar ojeaba un diario mientras observaba el local vacío, seguramente preguntándose cual era el mejor destino deparado a sus clientes, como para que no asistieran hoy. Unos metros más acá, el otro cliente, el absoluto desentendido de la vida, seguía en lo suyo, pero no consideraba que fuera importante prestarle atención.
Terminé mi café con leche al mismo tiempo que llegué al horóscopo del diario. Busqué al mozo con la mirada, que seguía con el control remoto en la mano, tratando de hacer magia con ese aparato que no iba a transmitir otra cosa que eventos propios de un feriado, a las 6 de la mañana. Se acercó a una planta, la miró como quien ve a aquel que nunca lo va a traicionar y le sonrió. Levantó la vista y vio que lo estaba observando. El sentirse descubierto lo hizo apurar el paso. No tuve que decirle nada para que me aclarara cual era el monto que debía abonar por mi desayuno. Ese mozo, que me ha visto acompañado de amigos y mujeres, me preguntó por mi repentina soledad. “Se fueron a dormir temprano”, mentí. Todavía me da vergüenza admitir que de vez en cuando prefiero estar solo. Pagué mis deudas y dejé la propina correspondiente. Pero antes de levantarme, dirigí mi mirada a la otra mesa, donde el otro cliente desayunaba. El diario que leía ni siquiera tenía título en español, un par de palabras se dibujaban en un idioma que supuse italiano. Y entendí porque este hombre no sabía nada de Boca y su fortuita (pero no menos importante) victoria sobre el equipo del mandamás de la Asociación de Fútbol Argentino, cuyo estadio lleva su nombre.
Emprendí el camino de regreso a casa y me sorprendí del montón de cosas que tenía para contar, de las cuales no quería perder registro. Tomé mi celular, cuya batería agonizaba, y empecé a escribir que hacía menos de una hora me había sentado en un bar desierto a desayunar.

domingo, 21 de noviembre de 2010

El fin del periodismo

Ahora me entró la duda. ¿Se acerca el fin del periodismo? ¿De que periodismo? El periodismo formal y adulón del siglo pasado está casi muerto, de eso no hay dudas. El periodismo objetivo ya casi no existe, si es que alguna vez lo hizo. El impacto que generó el uso de las herramientas virtuales son cuchillos en la espalda de este viejo periodismo agonizante. Pero este no es el problema más grave. Los enfermeros, que deberían velar por su salud, lo envenenan día tras día, procurando adelantar su muerte.
Mariano Grondona, periodista de trayectoria, con voluntades afines a gobiernos dictatoriales y amigo de personajes poco amigos de la gente, se animó a comparar a la gente que convulsionó la Plaza de Mayo para despedir a quien consideraba su líder, con las antiguas juventudes hitlerianas. Cualquier persona que haya caminado por Avenida de Mayo (ni hablar de los que hayan podido estar en la Plaza), puede darse cuenta que eso fue una difamación de la más baja estofa. Aún así, seguirá escribiendo sus opiniones en el matutino que fuera tribuna de doctrina. Ojo. Aplaudo que lo haga, todos debemos poder decir lo que opinamos, así sabemos quienes somos.
Nelson Castro, que no se cansa de repetir que lo echaron de Radio del Plata, víctima de una censura calamitosa, no pone reparos en no darle nombre propio a fuentes que "declaran" en un caso tan grave como son los sobornos en el Congreso (como ya ha sucedido durante el gobierno de Fernando de la Rúa). Estos misteriosos informantes confirmaban la teoría de que habían intentado sobornar a varios diputados opositores para que fueran funcionales a la política kirchnerista. Versiones que no llegaron a ser tales, porque las mismas protagonistas tuvieron que salir a desmentirlo, y que terminaron con un bochornoso episodio en la Comisión de Asuntos Constitucionales en el que la presidenta de la misma no soportó los dichos el diputado Kunkel y decidió que la mejor forma de solucionar la cuestión era a través del uso de la fuerza. De todas formas, detrás de ella habría un aparato mediático que apoyaría su decisión.
Eduardo Van der Kooy, el mismo que conduce un programa en TN junto a Julio Blanck (aquel que decidió que a Darío y Maxi los había matado la crisis), señala que la política sigue deslizándose por un pronunciado tobogán, por no decir en caída libre, término que no tengo dudas le encantaría usar (si es que no lo ha usado todavía). Nombra algunos de los nuevos dirigentes de la escena política y aclara que su llegada a los primeros planos es por la voluntad popular. No menciona a Marcelo Tinelli (cuando menciona al Jefe de Gobierno porteño y al diputado colombiano) ni a Cristina Fernández de Kirchner cuando habla del vicepresidente. Habla de la credibilidad que tuvieron las denuncias de las diputadas Hotton y Alvarez, denuncias que ellas mismas se encargaron de desmentir y acomete sin hechos concretos contra la diputada Patricia Fadel. Llama lacra a Carlos Kunkel y vislumbra la posibilidad de que el candidato de la empresa que le paga el sueldo sea el senador mendocino Ernesto Sanz, a la vista de que los demás candidatos que intentaron apoyar se caen por ineptos, que Van der Kooy acepta en el momento en que dice que la oposición pierde por estar resquebrajada. Veo que somos varios los que opinamos, al igual que el diputado socialista Jorge Rivas, que lo mejor que tiene este gobierno es su oposición. Pero no considero que la política este en caída libre. Hace años que no está tan viva, mal que le pese a Eduardo y a los clarinistas.
Para mí, y para todos los demás estudiantes de periodismo, estos ejemplos deberían estar claramente en las antípodas de lo que nosotros queremos ser. Tenemos que trabajar para que el fin del periodismo, sea sólo el fin de ese periodismo.